En 1949 Clément Mathieu es contratado como preceptor de un reformatorio. Frente al método tremendamente represivo del director del lugar, decide "rescatar" a los niños con la ayuda de su mejor compañera: la música.
En Los Coristas la trama se desarrolla en Francia, en un "orfanato - reformatorio" de la posguerra y sus alumnos tienen entre 8 y 13 años.
Su director, Christophe Barratier, lo confirma: "Me inspira la forma inglesa-americana de contar historias, por ejemplo, La Sociedad de los Poetas Muertos... Me siento muy tocado por la forma en que pueden alternar la comedia con cuestiones más conmovedoras" (Cineismo).
Todo comienza con un flashback: dos amigos de la infancia se reencuentran después de años. Uno de ellos le muestra al otro el diario escrito en 1949 por un tal Mathieu, preceptor de la escuela a la que iban cuando pequeños. Y es, justamente, la voz de aquel preceptor el hilo conductor de la trama.
Nominada al Oscar como Mejor Película Extranjera (premio que finalmente se llevó Mar Adentro) y por Mejor Canción Original, por Look to your path (Vois sour Ton Chemin), el filme narra una atemporal historia de la infancia.
Los Coristas está basada en un hecho real ocurrido inmediatamente después de la II Guerra Mundial, en que un maestro se empeña en crear un coro en un internado para niños abandonados o con problemas de conducta. Y debe lidiar con 65 niños, de entre 8 y 13 años, entre la desesperación y el esfuerzo sincero. Los tiernos secretos y las situaciones cómicas le suceden a este grupo de niños con mala fama e indisciplinados, que luchan por salir adelante en un mundo autoritario de reglas, transgresiones y castigos.
El desarrollo del filme es muy fluido, con convicción y muchísima emotividad; la fotografía es buenísima y la banda sonora increíble. Eso sí: en las actuaciones se lucen mucho más los niños que los adultos. Se equilibran momentos dramáticos con situaciones de comedia, y los extremos en los que se mueve el conflicto se llevan el mayor peso del filme.
Según los entendidos, esta película se aleja totalmente del tono pretencioso que caracteriza a un buen número de producciones francesas, conservando así la sencillez argumental, que se mezcla con una profunda descripción de los personajes.
Escapando de la cruda realidad
El relato transcurre casi por completo en el interior de la escuela, excepto las breves escenas en las que medio siglo después, dos de esos chicos del coro leen las memorias del maestro.
Y a pesar de que no se traspasan las paredes del internado, el filme logra ubicar con gran precisión el contexto social de la escasez y las penurias económicas de la guerra (1949).
Clément Mathieu (Gérard Jugnot) es un profesor de música desempleado, que ha sido contratado como preceptor vigilante en un instituto correccional de menores, donde a través de ineficaces y represivas políticas, su director Rachin (Francois Berléand) intenta con dificultad mantener disciplinados a estos "alumnos problema".
A Mathieu lo sorprende la cruda realidad de la rutina del colegio, y los métodos utilizados por el director en su intento de imponer disciplina, a su vez que esto despierta en él mucho desconcierto y compasión por los chicos.
¿Qué ve cuando llega?... un niño esclavizado limpiando el piso, al portero que se corta la cara con un vidrio por una trampa que la ha hecho uno de los alumnos, y al director imponiendo un castigo cruel a un niño elegido al azar porque nadie ha confesado su culpabilidad.
Ante la situación, comienza a planear un cambio para "rescatar" a los niños, y descubre que la música atrae poderosamente el interés de los alumnos, por lo cual se entrega a la tarea de familiarizarlos con el canto.
Logra formar con ellos un coro y, gracias al poder y la magia de la música, el maestro consigue que sus vidas cambien para siempre. Descubre al talento en bruto, también indisciplinado; al niño tímido del cual los compañeros se aprovechan, y al portero bonachón que se une a la causa del protagonista.
En busca de la música
Bruno Coulais fue el encargado de toda la música de Los Coristas. Y, junto al director Christhophe Barratier, recorrió Francia en busca de un coro de niños que pudiera hacer la banda sonora de la película. Al llegar a Lyon, se dirigidieron a la Catedral de Fourriere, para visitar a los pequeños cantores de San Marcos. Fue entonces, cuando subían las escaleras, cuando escucharon una voz sobrecogedora de un pequeño de 12 años: era Jean Baptiste Maunier, quien finalmente estuvo a cargo del papel de Phillipe Morhange.
El coro de San Marcos fue el encargado de vocalizar todas las canciones que acompañan de la banda de la película.
En Los Coristas la trama se desarrolla en Francia, en un "orfanato - reformatorio" de la posguerra y sus alumnos tienen entre 8 y 13 años.
Su director, Christophe Barratier, lo confirma: "Me inspira la forma inglesa-americana de contar historias, por ejemplo, La Sociedad de los Poetas Muertos... Me siento muy tocado por la forma en que pueden alternar la comedia con cuestiones más conmovedoras" (Cineismo).
Todo comienza con un flashback: dos amigos de la infancia se reencuentran después de años. Uno de ellos le muestra al otro el diario escrito en 1949 por un tal Mathieu, preceptor de la escuela a la que iban cuando pequeños. Y es, justamente, la voz de aquel preceptor el hilo conductor de la trama.
Nominada al Oscar como Mejor Película Extranjera (premio que finalmente se llevó Mar Adentro) y por Mejor Canción Original, por Look to your path (Vois sour Ton Chemin), el filme narra una atemporal historia de la infancia.
Los Coristas está basada en un hecho real ocurrido inmediatamente después de la II Guerra Mundial, en que un maestro se empeña en crear un coro en un internado para niños abandonados o con problemas de conducta. Y debe lidiar con 65 niños, de entre 8 y 13 años, entre la desesperación y el esfuerzo sincero. Los tiernos secretos y las situaciones cómicas le suceden a este grupo de niños con mala fama e indisciplinados, que luchan por salir adelante en un mundo autoritario de reglas, transgresiones y castigos.
El desarrollo del filme es muy fluido, con convicción y muchísima emotividad; la fotografía es buenísima y la banda sonora increíble. Eso sí: en las actuaciones se lucen mucho más los niños que los adultos. Se equilibran momentos dramáticos con situaciones de comedia, y los extremos en los que se mueve el conflicto se llevan el mayor peso del filme.
Según los entendidos, esta película se aleja totalmente del tono pretencioso que caracteriza a un buen número de producciones francesas, conservando así la sencillez argumental, que se mezcla con una profunda descripción de los personajes.
Escapando de la cruda realidad
El relato transcurre casi por completo en el interior de la escuela, excepto las breves escenas en las que medio siglo después, dos de esos chicos del coro leen las memorias del maestro.
Y a pesar de que no se traspasan las paredes del internado, el filme logra ubicar con gran precisión el contexto social de la escasez y las penurias económicas de la guerra (1949).
Clément Mathieu (Gérard Jugnot) es un profesor de música desempleado, que ha sido contratado como preceptor vigilante en un instituto correccional de menores, donde a través de ineficaces y represivas políticas, su director Rachin (Francois Berléand) intenta con dificultad mantener disciplinados a estos "alumnos problema".
A Mathieu lo sorprende la cruda realidad de la rutina del colegio, y los métodos utilizados por el director en su intento de imponer disciplina, a su vez que esto despierta en él mucho desconcierto y compasión por los chicos.
¿Qué ve cuando llega?... un niño esclavizado limpiando el piso, al portero que se corta la cara con un vidrio por una trampa que la ha hecho uno de los alumnos, y al director imponiendo un castigo cruel a un niño elegido al azar porque nadie ha confesado su culpabilidad.
Ante la situación, comienza a planear un cambio para "rescatar" a los niños, y descubre que la música atrae poderosamente el interés de los alumnos, por lo cual se entrega a la tarea de familiarizarlos con el canto.
Logra formar con ellos un coro y, gracias al poder y la magia de la música, el maestro consigue que sus vidas cambien para siempre. Descubre al talento en bruto, también indisciplinado; al niño tímido del cual los compañeros se aprovechan, y al portero bonachón que se une a la causa del protagonista.
En busca de la música
Bruno Coulais fue el encargado de toda la música de Los Coristas. Y, junto al director Christhophe Barratier, recorrió Francia en busca de un coro de niños que pudiera hacer la banda sonora de la película. Al llegar a Lyon, se dirigidieron a la Catedral de Fourriere, para visitar a los pequeños cantores de San Marcos. Fue entonces, cuando subían las escaleras, cuando escucharon una voz sobrecogedora de un pequeño de 12 años: era Jean Baptiste Maunier, quien finalmente estuvo a cargo del papel de Phillipe Morhange.
El coro de San Marcos fue el encargado de vocalizar todas las canciones que acompañan de la banda de la película.
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